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CRE@TALENT: inteligencia, creatividad, superdotación y talento

Pensamientos de José Martí sobre el talento

Pensamientos de José Martí sobre el talento

 

Los talentos frustrados son los enemigos implacables del talento.

No hay monstruos mayores que aquellos en que la inteligencia está divorciada del corazón.

Todo el que posee en demasía una cualidad extraordinaria,  lastima, con tenerla, a los que no la poseen.

El talento no se arrastra para alzarse: vive siempre alto, para que nada pueda contra él.

El talento no es más que la obligación de aplicarlo. Antes es vil que mentiroso el que deja lo vagar, porque tuvo en sí mismo el instrumento del bien y pasó por la vida sin utilizarlo, ni educarlo.

En el talento sucede al revés que en las casas, donde el de arriba envidia al de abajo, y  no como en el talento, que el de abajo envidia al de arriba. Es la accesoria que le dice a la casa principal ¡qué me quitas el sol!.

El talento es respetable cuando es productivo: no debe ser nunca esperanza única de los que aspiran a altos puestos.

Un alma honrada, inteligente y libre da al cuerpo más elegancia que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera la belleza prestada: se sabe hermosa y la belleza echa luz. No pondrá en un jarrón de china un jazmín: pondrá el jazmín, solo y ligero, en un cristal de agua clara, que el vaso no sea más que la flor. Pasa callada por entre la gente vanidosa. Tu alma es tu seda. Que cuando te mires dentro de ti, y de lo que haces, te encuentres como la tierra por la mañana, bañada de luz. Siéntete limpia y ligera como la luz. Deja a otras el mundo frívolo, tú vales más. Sonríe y pasa. 

El que sabe más, vale más. Saber es tener. La moneda se funde, y el saber no. El papel moneda vale más o menos: el saber siempre vale lo mismo, y siempre mucho. Un rico necesita de sus monedas para vivir,  y pueden perdérsele, y ya no tiene modos de vida. Un hombre instruido vive de su ciencia, y como la lleva en sí, no se le pierde.

 

 

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